Si eres una persona normal, seguramente te habrás sentido agobiado en el sillón del odontólogo; tal vez recuerdes algún incidente de tu infancia en particular que te trae terribles recuerdos o tal vez detestes con todas tus fuerzas los sonidos, olores y sabores que allí encuentras. Tener pánico al odontólogo no es nada extraordinario, y es algo que la mayoría de nosotros experimentamos en mayor o menor medida a lo largo de nuestras vidas.
Sin embargo, la buena noticia es que la moderna odontología hoy por hoy es una experiencia distinta: los odontólogos actuales tenemos una notable percepción de los sentimientos de nuestros pacientes y nos apoyamos en una sólida formación y actualización permanente que nos permite ayudar a vencer los miedos y resistencias de las personas que se ponen en nuestras manos. Eso sin tener en cuenta que las técnicas odontológicas han evolucionado mucho en los últimos años hacia métodos y tratamientos menos radicales y dolorosos y más eficientes, lo que, en principio, debería servir a cualquiera para acudir más tranquilo a la consulta del odontólogo.
Por si acaso, por si ese miedo te parece una cosa invencible y el ruido de la fresa te parece salido del mismísimo infierno, aquí tienes cinco ideas que pueden hacer más llevadera la experiencia:
- Intenta llegar relajado, físicamente descansado y con unos minutos de antelación. Planifica tu vista con tiempo y cuenta tiempos de espera del autobús o el necesario para aparcar. Si vienes justo de tiempo, te encuentras un trancón o tienes que caminar demasiado deprisa, estarás lógicamente más estresado y un nivel alto de estrés puede hacerte más irritable y sensible y eso te perjudicará si lo que quieres es controlar tu nivel de ansiedad.
- Ocupa tu mente; no llegues a la sala de espera con el sólo pensamiento de lo mal que lo vas a pasar. Si tienes tareas pendientes, tráete algo de trabajo o papel y bolígrafo para hacer el diseño de ese armario que tienes pendiente de hacer para el lavadero, o de las plantas que tienes pendientes de colocar en el jardín. O mejor, tráete folletos de una agencia de viajes e intenta planear tus próximas vacaciones comprobando precios, rutas, etc. Cualquier cosa que te sirva para mantenerte ocupado sin necesidad de mirar las caras de los otros pacientes e imaginar terribles escenas de sufrimiento o de leer revistas del corazón atrasadas que no interesan a nadie.
- Cuando entres a la consulta, controla la situación. De antemano haznos saber tus temores y preocupaciones, y propón la necesidad de establecer un plan de atención para ti. Por ejemplo, mediante un gesto o una señal que harás, adviértenos que necesitas una pausa o indicarnos que algo te molesta, duele o hace daño. El mero hecho de saber que tú controlas la situación reduce tu ansiedad y hace que el tratamiento sea más llevadero.
- La música te puede ayudar. Disponemos de un amplio menú y una muy variada colección de música que puede ayudarte, bien si lo que quieres es distraerte o relajarte. Eso, además, disipará el sonido de los instrumentos, aún si tu consulta es por una restauración o una limpieza.
- Si lo tuyo más que ansiedad es pánico, entonces, deberíamos recomendarte un servicio de relajación o incluso de hipnosis con todas las garantías para ayudarte a superar el miedo y superar la barrera que te impide cualquier tratamiento
Es posible que incluso acabes pensando que no es tan malo y que sintiendo que lo necesitas y que las consecuencias son mejores que el mal rato, acabes volviendo nuevas veces sin temor.