CUANTO CUESTA LA ATENCIÓN?
Muy a menudo, al contestar
nuestros teléfonos o nuestro chat, los usuarios nos asaltan con preguntas como
estas:
Sírvase informarme: Cuánto
cuesta la extracción de una muela?
Lo que, de inmediato, nos
obliga a formular una de dos preguntas: ¿Porqué se quiere hacer extraer una
muela? o ¿Cómo sabe usted que es una
extracción lo que hay que practicar? (En este punto, la respuesta - casi automática del
interlocutor - es: “porque me (o le)
duele”.)
Para poder orientar al paciente
de la mejor manera, es necesario agotar toda una serie de interrogantes que no
tienen un orden juicioso y que no son tan simplistas.
Qué le hace pensar al paciente
que es esa y no otra la muela afectada?
Qué edad tiene el paciente por
el que se han motivado en consultar?
Es un paciente completamente
sano?
Es alérgico a algún medicamento?
Es su primera experiencia en
la consulta dental?
Es un paciente especial?
Discapacitado?
Son tantas las preguntas que
surgen, sin una respuesta precisa, que lo más conveniente es pedirle al
interesado que venga o traiga el paciente a la consulta, o acuda o lleve a un
centro odontológico cercano a su residencia. Pero, casi siempre, es aventurado responder y dar un monto o valor
del procedimiento sin cortapisas.
Muchas personas suelen
preguntarnos frecuentemente cuánto
cuesta el procedimiento que vamos a realizarle o la atención que le
brindaremos. Honestamente, aunque quisiéramos poder responder de una sola vez y
dar una cifra o monto aproximado, no lo sabemos. Ni siquiera sabemos cuál es el
diagnóstico de su enfermedad o la causa de su queja o molestia. Podríamos
especular o formarnos una idea apenas aproximada a partir de los datos que el
paciente nos suministre, pero no sería responsable hacerlo y mucho menos emitir
un juicio de valor sobre un plan de tratamiento determinado para concluir con una
tarifa o precio por el mismo.
Los aspectos relacionados con
la atención en salud plantean unas formalidades que deben seguirse muy
estrictamente, que van desde la observación directa y el examen físico o
clínico, hasta el ordenamiento de otros exámenes o pruebas complementarias que
ayuden a formular un diagnóstico de la enfermedad o daño sufrido: p.ej.:
exámenes de laboratorio, radiografías, tomografías, etc. Nada podría reemplazar
estos protocolos que el profesional debe practicar juiciosamente, pues son los
que servirán para establecer un plan de tratamiento o las alternativas para
combatir de modo eficaz la causa que da origen al padecimiento o el modo de
aliviar y reparar el daño.
Los costos o tarifas de un
procedimiento o tratamiento que el odontólogo libremente le suministre de modo impersonal, vía telefónica o cualquier tipo de conversación on-line, podrían
servir apenas de referencia sobre un eventual plan, pero no para hacer cuentas
o cálculos definitivos acerca de los valores que se generen en una consulta
profesional. Averiguarlo, no está de más hacerlo, pero tenga presente que la
información que usted solicita no es por el precio de una pizza, un medicamento
en la droguería o una prenda de vestir; y sus costos pueden variar de un lugar
a otro, de un profesional a otro y de una época a otra. Por todo ello, le
recomendamos muy especialmente: si tiene el beneficio de un servicio
asistencial, acuda a él. Si no, valore todas las opciones debidamente, no trate
de acomodar su presupuesto a la medida de las circunstancias, más adelante
podría costarle más remediarlo. Su salud vale mucho más de cuanto usted a veces
cree.