miércoles, 26 de febrero de 2014

CUANTO CUESTA LA ATENCIÓN?
Muy a menudo, al contestar nuestros teléfonos o nuestro chat, los usuarios nos asaltan con preguntas como estas:
Sírvase informarme: Cuánto cuesta la extracción de una muela?
Lo que, de inmediato, nos obliga a formular una de dos preguntas: ¿Porqué se quiere hacer extraer una muela? o  ¿Cómo sabe usted que es una extracción lo que hay que practicar? (En este punto,  la respuesta - casi automática del interlocutor -  es: “porque me (o le) duele”.)
Para poder orientar al paciente de la mejor manera, es necesario agotar toda una serie de interrogantes que no tienen un orden juicioso y que no son tan simplistas.
Qué le hace pensar al paciente que es esa y no otra la muela afectada?
Qué edad tiene el paciente por el que se han motivado en consultar?
Es un paciente completamente sano?
Es alérgico a algún medicamento?
Es su primera experiencia en la consulta dental?
Es un paciente especial? Discapacitado?  

Son tantas las preguntas que surgen, sin una respuesta precisa, que lo más conveniente es pedirle al interesado que venga o traiga el paciente a la consulta, o acuda o lleve a un centro odontológico cercano a su residencia. Pero, casi siempre,  es aventurado responder y dar un monto o valor del procedimiento sin cortapisas.

Muchas personas suelen preguntarnos frecuentemente  cuánto cuesta el procedimiento que vamos a realizarle o la atención que le brindaremos. Honestamente, aunque quisiéramos poder responder de una sola vez y dar una cifra o monto aproximado, no lo sabemos. Ni siquiera sabemos cuál es el diagnóstico de su enfermedad o la causa de su queja o molestia. Podríamos especular o formarnos una idea apenas aproximada a partir de los datos que el paciente nos suministre, pero no sería responsable hacerlo y mucho menos emitir un juicio de valor sobre un plan de tratamiento determinado para concluir con una tarifa o precio por el mismo.

Los aspectos relacionados con la atención en salud plantean unas formalidades que deben seguirse muy estrictamente, que van desde la observación directa y el examen físico o clínico, hasta el ordenamiento de otros exámenes o pruebas complementarias que ayuden a formular un diagnóstico de la enfermedad o daño sufrido: p.ej.: exámenes de laboratorio, radiografías, tomografías, etc. Nada podría reemplazar estos protocolos que el profesional debe practicar juiciosamente, pues son los que servirán para establecer un plan de tratamiento o las alternativas para combatir de modo eficaz la causa que da origen al padecimiento o el modo de aliviar y reparar el daño.

Los costos o tarifas de un procedimiento o tratamiento que el odontólogo libremente le suministre de modo impersonal, vía telefónica o cualquier tipo de conversación on-line, podrían servir apenas de referencia sobre un eventual plan, pero no para hacer cuentas o cálculos definitivos acerca de los valores que se generen en una consulta profesional. Averiguarlo, no está de más hacerlo, pero tenga presente que la información que usted solicita no es por el precio de una pizza, un medicamento en la droguería o una prenda de vestir; y sus costos pueden variar de un lugar a otro, de un profesional a otro y de una época a otra. Por todo ello, le recomendamos muy especialmente: si tiene el beneficio de un servicio asistencial, acuda a él. Si no, valore todas las opciones debidamente, no trate de acomodar su presupuesto a la medida de las circunstancias, más adelante podría costarle más remediarlo. Su salud vale mucho más de cuanto usted a veces cree.

SALUD BUCAL Y TABACO: ENEMIGOS A MUERTE

"Es una obligación de nosotros los dentistas preocuparnos de este tema si queremos tener una práctica clínica más segura". Así lo señala el odontólogo periodoncista chileno Claudio Melej, quién considera fundamental influir sobre sus pacientes para ayudarlos a dejar el peligroso vicio del cigarro. "La suspensión del hábito tabáquico no sólo mejora la práctica médica odontológica, sino que la hace más rentable y la aprestigia, por que el paciente que logra dejar el cigarrillo yendo al dentista, se convierte en un paciente que recomienda esto a otras personas. Uno se posiciona ante la gente con un enfoque profesional distinto, más integral", recalca.

La mayoría de los dentistas no hablan con sus pacientes sobre su hábito de fumar por temor a importunarlos y a que éstos dejen de visitarlos. Según Melej, lo que ocurriría es todo lo contrario. "Se produce una empatía muy agradable, el paciente se siente más querido, que hay más preocupación por su salud".

Numerosos estudios realizados en todo el mundo han demostrado que el hábito de fumar contribuye directamente en el desarrollo de enfermedades periodontales (de la encía) y que éstas serían de una mayor gravedad comparado con personas no fumadoras. Además se ha determinado que el cigarrillo altera la respuesta inmune contra las infecciones, disminuye la capacidad de reparar los tejidos de la boca y retarda la cicatrización de heridas, por lo que el dentista puede incluso contraindicar un determinado tratamiento, como los implantes de titanio, por ejemplo, donde se ha comprobado, luego de 5 años de observación post operatoria, que los fumadores tienen 2 veces más riesgo de perder sus dientes respecto a pacientes no fumadores.

Según Claudio Melej, el riesgo de un fracaso en la colocación de implantes en pacientes fumadores aumenta en un 35%. "No es que 35 de 100 vayan a fallar, sino que aumenta el riesgo de un mal tratamiento en este tipo de individuos", explica, y además agrega: "Hoy en día puede hasta ser peligroso desde el punto de vista legal si uno no conversa previamente con el paciente sobre sus posibilidades. La gente debe saber de los riesgos y complicaciones que implica la práctica que se le va a realizar; uno le puede decir al paciente: porque estas fumando se te están cayendo los dientes".

Por esto es muy importante concientizar a las personas de esta situación, pero no con campañas del terror, eso no funciona según Melej, "o sino la gente ya habría dejado el hábito con sólo leer la advertencia de los paquetes de cigarrillos por temor a adquirir cáncer". Lo que hay que hacer según el profesional, es mostrarle a la gente todo lo que ganará al dejar el tabaco de lado, "apuntar siempre a factores positivos".

Entonces… ¿Por qué dejar de fumar? Simple. Le ayudará a reducir las posibilidades de producir cáncer de boca y labio, su dentadura volverá a brillar y evitará además la perdida de ésta, reducirá el riesgo de enfermedad periodontal, mejorarán sus sentidos del gusto y olfato, mejorará el resultado de sus tratamientos dentales y dejará de sufrir la desagradable halitosis, por nombrar sólo algunos resultados positivos.

Finalmente, el doctor Melej señala que el rol de los dentistas, apenas llega un paciente a sus consultas, es saber si fuma o no, y más allá de eso, saber cuánto y desde cuando, si ha intentado dejar de hacerlo y por qué ha fallado, si ha usado terapias sustitutivas y si no, si estaría dispuesto a hacerlo de forma responsable y supervisada. "Es vital informar y cuestionar objetivamente el inicio de cualquier tratamiento en pacientes fumadores, sobretodo en el caso de los implantes. Tener un fracaso en esto es muy complejo, ya sea por los tiempos, expectativas y los costos involucrados", concluye el facultativo.

CONCEPTO

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VALE LA PENA SONREIR

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